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¡ESTÁ DANDO OTRO VIRUS, Y NO HAY CÓMO HACERSE LA PRUEBA!

Una mirada a la salud mental y los suicidios durante la cuarentena.

Según el Observatorio Venezolano de Violencia,  en 2019 la cifra de suicidios en el país ha visto un incremento del 300% desde el año 2012. Esta es una cifra con muchos factores detrás; la crisis económica que merma el acceso de la población a comida, medicamentos y crecimiento personal, la separación familiar a causa de la emigración masiva o la falta de objetivos firmes para el futuro a causa de la eterna incertidumbre que reina en el país, son sólo tres factores que se suman al horrible manejo que históricamente el Estado venezolano ha tenido de este tipo de situaciones.

            Otro factor a tomar en cuenta es nuestro precipitado descenso en la lista de países más felices del mundo. Esta es una lista llevada a cabo por la ONU a través de The Earth Institute en la Universidad de Columbia. En el 2012 estábamos en el puesto 17, pero en el 2020 caímos 82 posiciones hasta el puesto 99. Esto es lo más cercano que tenemos a un posible índice de depresión en Venezuela.

         La cuarentena no ayuda

            Durante la cuarentena por el Covid-19, se ha visto un nuevo incremento en las cifras, pues ha habido 94 suicidios en los primeros 6 meses del año. Esta ha sido llamada por el equipo en el Observatorio Venezolano de Violencia “la invisible segunda pandemia”, pues pese a que representa un número similar a las cifras de decesos por coronavirus en el mismo lapso de tiempo, preocupante sobre todo porque a diferencia del virus, los pensamientos suicidas no son contagiosos, y más bien un común consejo dado para evitarlos es el contacto con otras personas, contacto que se ve negado por el distanciamiento social obligatorio, necesario para la contención de aquella otra enfermedad, bastante más visible, que también nos está matando.

            La situación de la pandemia ha hecho que muchas personas pierdan sus fuentes de ingreso de forma indefinida, principalmente aquellos sectores económicos que son puestos en funcionamiento por personas de estratos socioeconómicos bajos. A diferencia de otras regiones del mundo, el Estado venezolano no tiene ni los recursos ni la disposición para hacerse cargo de este problema, lo que ha dado pie a la vez a un incremento en la criminalidad, que da a su vez cabida a la subida en los niveles de violencia y uso letal de la fuerza por parte de la policía.

            Todos estos datos son índices estadísticos que pintan una imagen terrible de la situación de la cuarentena en el país, y en el estado Zulia en específico, dado que es el foco de contagios del mismo. Es una problemática que ha estado reptando debajo de la mesa de nuestro país, y que ha recibido un gran impulso gracias al coronavirus para terminar de establecerse. Las pocas personas en Venezuela que acudían a profesionales de salud mental para tratar desordenes depresivos o ansiosos se han visto cortados indefinidamente de esta atención, y en el proceso han tenido que vivir con un tratamiento basado en un diagnóstico de hace más de 5 meses. No sólo se están dando las circunstancias para que los síntomas de estas enfermedades empeoren, sino que la vía a tratarlas más segura y efectiva está también limitada, ya no sólo por la escasez de profesionales de la salud mental aún en el país durante el éxodo de profesionales, o la falta de cultura alrededor de la salud mental que existe en Venezuela, en la que aquel que acude a consulta con el psicólogo o psiquiatra se le tiene por posible homosexual o loco, sino que aún si se pudiesen saltar ambas barreras, la obligación cívica de permanecer en casa te ata de manos, haciendo caer al paciente en una espiral que no aparenta tener fondo, aislado de cualquier posible mano amiga que pudiese acudir a ayudar, en un abismo negro cuya única salida parece ser la pantalla del celular, donde de forma fría y silenciosa se puede recibir algún tipo de apoyo de amigos o familiares.

            La mayor causa de preocupación en todo el escenario que estoy pintando es que la opinión pública gira muy poco en torno a esto. Hemos normalizado el estado de paranoia y desesperación hasta un nivel en el que nos es casi imposible darnos cuenta de que no es una manera sana de vivir, y con toda probabilidad, está directamente matando a más de uno, y esto antes de introducir un virus altamente contagioso a la ecuación.



         Una enfermedad con víctimas reales

            El psiquiatra venezolano Fernando Jiménez asegura que “hay una relación causal directa entre la situación socioeconómica del país y la salud mental de los venezolanos. Con la cuarentena la situación se agrava por la incertidumbre y por la situación particular que vivimos aquí. El venezolano ha perdido ciertos factores que lo sostenían como la alimentación o la capacidad de trabajar y producir un sueldo superior a 6 u 8 dólares por mes; y eso es claramente insuficiente para una familia”

            Construyendo sobre este testimonio, también sería útil aclarar que aún con ese sueldo tan ínfimo, muchas familias venezolanas salían a flote gracias a las remesas mandadas por familiares desde el exterior, muchos de los cuales también se han quedado sin trabajo debido a la pandemia, cortando también la última malla de seguridad que quedaba debajo de la crisis económica venezolana.

         Quizás ayudaría si…

            El gobierno debería adoptar medidas contra esta problemática social. Bien es sabido que sus esfuerzos están volcados en contener la propagación del coronavirus, pero si se sigue ignorando la situación arriba expuesta, quizás nos estemos enfrentando a una enfermedad para la que no existe ni existirá vacuna, china, rusa o estadounidense.

            Como ciudadanos, debemos tomar consciencia de la situación tan frágil de muchos de nuestros conocidos y personas cercanas, y hacer un esfuerzo colectivo, tanto como para hacer el distanciamiento físico necesario para contener al Covid-19, como el acercamiento emocional igualmente necesario para que este terrible virus no tenga, además, víctimas colaterales.

¡Está dando otro virus, y no hay cómo hacerse la prueba!: Texto
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